En esta evolución hacía los cambios fundamentales de nuestros estilos de
vida y nuestros comportamientos, la educación en su sentido más amplio juega
un papel preponderante. La educacíón es “la fuerza del futuro";
porque ella constituye uno de los ínstrumentos más poderosos para
realizar el cambio.
Uno de los desafíos más difíciles será el de modificar
nuestro pensamiento de manera que enfrente la complejidad creciente, la
rapidez de los cambios y lo imprevisible que caracterizan nuestro mundo.
Debemos reconsiderar la organización del conocimiento. Para ello debemos
derribar las barreras tradicionales entre las disciplinas y concebir la
manera de volver a unir lo que hasta ahora ha estado separado. Debemos
reformular nuestras políticas y programas educativos.
Al realizar estas
reformas es necesario mantener la mirada fija hacía el largo plazo, hacía
el mundo de las generaciones futuras frente a las cuales tenemos una
enorme responsabilidad.
La UNESCO se ha dedicado a pensar de nuevo la educación en términos de
durabílídad, especialmente en su función de encargada del “Programa
internacional sobre la educación, la sensibilización del público y la
formación para la viabilidad’; lanzado en 1996 por la Comisión para el
desarrollo sostenible de las Naciones Unidas.
Este programa de trabajo
enuncía las príorídades aprobadas por los Estados y apela a estos así
como a las organízacíones no gubernamentales, al mundo de los negocios
y de la industria, a la comunidad académica, al sistema de las Naciones
Unidas, y a las ínstítucíones financieras ínternacíonales para que tomen
rápidamente medidas con el fin de poner en práctica el nuevo concepto de
educación para un futuro viable y reformar, por consiguiente, las políticas
y programas educativos nacionales.
En esta empresa, la UNESCO ha sido
llamada a ejercer el papel de motor que movílíce la acción ínternacíonal.
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